sábado, 30 de agosto de 2008

Lágimas de Bussi

Encontre un artículo en la contratapa del diario Página 12 (Sábado 30 de agosto de 2008) escrito por uno de los escritores que mas admiro por su gran talento y compromismo social. osvaldo Bayer. Lo comparto con ustedes.

Las lágrimas de Bussi

Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania

Más de lo mismo. O peor. Si uno no fuese pesimista, llegaría a serlo. Basta leer las últimas estadísticas, los últimos estudios, para preguntarnos por enésima vez: ¿en qué mundo vivimos?
Pero basta de prolegómenos. A los hechos. El Banco Mundial lo acaba de decir: un cuarto de la población mundial vive por debajo del nivel de pobreza. ¿Y el progreso, cuál es el progreso? ¿Y quién es pobre? Para hacer esa estadística la organización calificó de pobre a quien gana menos de 1,25 dólar por día. En el Africa al sur del Sahara, la mitad de la población vive en estado de pobreza extrema. Por otra parte, 850 millones de seres humanos no saben cómo van a alimentarse al día siguiente. La mitad, niños.
Saltemos de esa Africa a Alemania, uno de los países mejor organizados económicamente del mundo. Claro, según el punto de vista de lo que se entienda por organización. Un estudio sobre la situación económica desde el 2004 hasta los seis primeros meses del 2008, realizado por la Fundación Hans-Bö-ckler, lo dice con estas palabras: “El impulso económico pasó de largo ante los asalariados, los jubilados y los pobres. Los salarios reales netos entre esos dos años se han visto rebajados en un 3,5 por ciento. En cambio, las ganancias de las empresas y sus ejecutivos han tenido una “verdadera explosión” (textual). Han crecido en el mismo período del 21,8 al 26,3 por ciento.
De esas cifras pasemos a Estados Unidos. Vayamos a las estadísticas oficiales que acaba de publicar el Washington Post. Según las mismas “el umbral de pobreza oficial para una familia de cuatro miembros ha sido fijado en 21.203 dólares por año. La cifra de estadounidenses que viven por debajo de esa barrera de nivel de pobreza subió de 36,5 millones de personas en el 2006 a 37,3 millones en 2007.
Otro estudio oficial, de la Organización Mundial de la Salud, pone el siguiente ejemplo patético que nos llama a preguntarnos: ¿vivimos en un mundo racional? Se señala el caso de la ciudad escocesa de Glasgow, típico Primer Mundo. Se ha constatado que un niño del barrio pobre de Calton tiene una esperanza de vida de 28 años menor que otro del barrio aristocrático de Lenzie. Y partiendo del ejemplo increíble de esos dos barrios británicos comienza a analizar el problema de los “países en desarrollo”, como amablemente se les califica. Basta un caso ejemplar: en Nigeria, un niño de cada cuatro muere antes de los cinco años. En cambio, en los países del Primer Mundo, en los primeros cinco años de vida, muere un niño cada 150. “La biología no puede explicar eso”, dice la Organización Mundial de la Salud. Pero sí la pobreza, la explotación, la falta de medios, agregamos. Y algo más increíble pero cierto, para repetir: “Niños de madres bolivianas analfabetas tienen un riesgo de morir del 10 por ciento; los de madres con instrucción tienen un riesgo de morir del 0,4 por ciento”.
Estas cifras deberían enseñarse en todos los colegios del mundo y los medios de comunicación tendrían que informar y promover diariamente debates acerca de estos temas. Los seres humanos, desde niños debieran aprender que estos problemas existen y que la búsqueda de una solución debe ser el fundamento de la existencia. No resolverlos es cinismo y perversión.
Pero el mismo diario en que leo esos informes entrega una cartulina lujosamente impresa que invita a conocer los nuevos hoteles de increíble lujo que se han levantado en las playas de Dubai, el emirato árabe del petróleo. Todo es de un lujo indescriptible –que se describe con talento publicitario– y está dedicado por supuesto para ejecutivos de grandes empresas mundiales y a todos aquellos que dispongan de mucho dinero. En este año ya se han inaugurado ocho hoteles con categoría feudal y para muy pronto diez hoteles más, todos, por supuesto, cinco estrellas. Se promete un “Shopping Heigh light” en un “verdadero paraíso del comprar”. Es un idioma con grata saliva como esta frase: “Quien ame lo individual y le dé especial importancia a las boutiques personales, él sí que llegará al placer total en Dubai. Allí encontrará la moda noble y la extravagante y una cantidad enorme de accesorios excepcionales”. Y después de eso, los restaurantes con comidas de “exóticos aromas”. Todo es de un lujo fino y entrador. “Shoppings, souks y cultura.” Una trilogía que se convierte en la última página de “Sport, playas y wellness”.
Y ya está. Por algo la Justicia argentina lo condenó al más bestial e inferior de los asesinos públicos, nuestro general Bussi, a prisión perpetua en su “country”. Quedamos a tono.
Y poco a poco las bellezas naturales y los tesoros culturales se van cerrando cada vez más para que lleguen hasta ellos los que pueden y lo merecen en esta sociedad. Aunque se alcen los pueblos con su infinita protesta. En la misma Argentina, ya vienen los hoteles cinco estrellas enfrente de las cataratas del Iguazú con vista directa, para que la gente de pro no tenga que molestarse. O la Quebrada de Humahuaca, ese escenario increíble de la nobleza del pasado y de lo autóctono, hoy depredado por la avidez de la “inversión” que destruye sólo para producir dinero, dinero, dinero. Todo se compra y se humilla a quienes han vivido siglos en ese silencio y en esa nobleza del estar y no del querer ser, como definía nuestro gran antropólogo Kusch al comparar las culturas originales con la llamada “civilización”.
O el hermosísimo lago Posadas, en la amada Patagonia, ese paisaje que quiere ser comprado para buscar ganancias aunque se envenene todo con el deseo de la codicia. Como dice la gente que vive desde hace siglos en esos paisajes, de pronto vienen con un papelito firmado y dicen que les pertenece todo. Buscan el oro, como los primeros conquistadores. Y para ello tienen un papelito firmado por las respectivas “autoridades”.
Voy a mi biblioteca y lo encuentro. Sonrío. Allí, en un cuadernillo, tengo los sueños de un socialista libertario. Alexander Berkman, un pensador increíble, un maestro de la bondad y el debate, tan perseguido y siempre tan actual. Describe la realidad con una sabiduría más vigente que nunca: “Supongamos que tú y yo y un grupo de gente sufrimos un naufragio y podemos llegar a una isla rica en toda clase de frutos. Por supuesto tenemos que trabajar para recoger los alimentos. Pero supongamos que de pronto uno de nosotros nos señala que toda la isla le pertenece a él y que ninguno de nosotros tendría derecho ni siquiera a un bocado sin antes pagarle a él un tributo. Nos quedaríamos perplejos, ¿no es cierto? Hasta nos reiríamos a carcajadas por tal estúpida arrogancia. Pero si hubiera seguido molestando lo habríamos tirado al mar con toda justicia. Supongamos más: que nosotros y nuestros antepasados hubiéramos cultivado la isla y producido todo lo que necesitábamos. Y de pronto llega alguien y se declarara dueño de todo. ¿Qué le responderíamos? Creo que ni siquiera le prestaríamos atención. Le diríamos que tendría que compartir con nosotros el trabajo para vivir allí. Pero supongamos que él insistiera en su ‘derecho a la propiedad’ y nos mostrara un papel firmado por alguien sosteniendo que todo le pertenece a él. No-sotros le responderíamos que está loco. Pero si él hubiera tenido un gobierno como respaldo, habría recurrido a él para que ‘protegiera su derecho’. Y entonces, el gobierno hubiera enviado policías y militares, que nos habrían expulsado para defender así ‘el derecho a la propiedad’. Y se convertiría in aeternum en el ‘propietario legal’.”
Tal cual, Berkman nos describe lo que ocurrió en la historia de la humanidad. ¡Si lo sabrán los pueblos originarios cuando llegaron los conquistadores con la cruz y la espada!
En la Argentina tenemos en nuestra historia cientos de esos casos. El devenir patagónico tal vez sea el caso más emblemático. Y hace pocos días, en varios actos, se trató de no olvidar esa historia del despojo y del llamado “derecho de la propiedad”. Se cumplió el centenario de La Anónima, empresa fundada hace justo cien años por Mauricio Braun y José Menéndez, dueños de la tierra, de las ovejas, de la explotación del cobre, de entidades financieras, de las comunicaciones navales y todo lo subsidiario a ellas, etc. etc. Epoca de los “liberales positivistas”. El “derecho” a la propiedad. En el acto del centenario, en el local del supermercado de los herederos de los nombrados Braun y Menéndez de Puerto Madryn, vecinos hicieron un acto en el cual habló el escritor patagónico Jorge Espíndola y se entregaron cien orejas de yeso para recordar el genocidio que los “propietarios” llevaron a cabo con los pueblos originarios del sur. Los dueños de todo pagaban a los llamados “cazadores de indios” una libra esterlina por par de orejas de esos seres humanos originarios de esas tierras. Todo un símbolo. Además, los muralistas Chelo Candia y Román Cura hicieron un mural de protesta en una pared de baldío, pero que prestamente fue tapado por “desconocidos”.
Niños con hambre. Violencia en las calles. Guerras por todos lados. Riqueza desmesurada y pobreza humillante. Una constante degradación. ¿Nos queda solamente llorar nuestro cinismo como Bussi, o imaginarnos el mundo como lo pensaba Alexander Berkman, una isla plena de frutos para todos?
Sí, reconozco, la ingenuidad también existe. ¿Por qué no? Aunque comencemos por pintar un mural en Puerto Madryn y nos lo borren de inmediato. Aceptar un mundo así es tratar de consolar las lágrimas de Bussi.
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martes, 26 de agosto de 2008

Pero...¿Qué sabemos realmente sobre los INDÍGENAS?


Hablando un poco de leyes, nuestra constitución Nacional establece en el artículo 75 inciso 17 que se reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Destacando también garantizar el respeto a su identidad y educación bilingüe e intercultural, reconoce la personería jurídica de las comunidades. La Constitución de Nuestra Salta, hace referencia a los indígenas en el artículo 15. Allí se menciona también el respeto que merecen como comunidad étnica y llama a consensuar entre indígenas y no indígenas lo relacionado a las tierras fiscales. Son los mismos indígenas los que alzan la voz citando a la constitución para decir: que "la propiedad de las tierras es un derecho de los pueblos indígenas y, por lo tanto, existe ya sobre el Estado un deber concreto de entregarlas".
Existen una gran variedad de leyes y convenios sobre estos asuntos. Quizás una de las más importantes en nuestro país es la ley 23302 sobre asuntos indígenas. A grandes rasgos, la ley establece la creación de una comisión nacional de asuntos indígenas para la protección, defensa y apoyo de las comunidades, asegurando su plena participación en el proceso cultural y socioeconómico de la Nación, respetando siempre sus valores. Se especifican planes para asegurar el acceso a tierras que puedan ser explotadas, además de los planes de educación, salud y vivienda. Esta de más decir que la aplicación de esta ley es fundamental teniendo en cuenta que en la actualidad gran parte de estas comunidades se encuentran en condiciones de marginación y desigualdad que deben… que tienen que ser corregidas. En 2004 y 2005 el INDEC dio a conocer un informe con el objetivo de cuantificar población que se reconoce perteneciente y/o descendiente de pueblos indígenas. Los resultados arrojaron que más de 600 mil personas se reconocen pertenecientes en primera generación de pueblos indígenas. Los pueblos mapuches, kolla, toba y wichí en conjunto agrupan cerca del 50% de la población relevada. Siendo Salta, junto con Jujuy y Formosa, las provincias en las que se concentra la mayor parte de la población aborigen.
Puntualmente existen algunos problemas motivos suficientes de preocupación. Sucede que la sociedad argentina tiene todavía una deuda muy grande con los aborígenes. La propiedad de las tierras es hoy por hoy y desde siempre la mayor problemática y demanda de los aborígenes. En 1989 Juan Pablo II expreso que "los pueblos calificados como autóctonos o aborígenes, han tenido siempre con su tierra una relación especial, que está unida a su misma identidad, a sus relaciones tribales, culturales, y religiosas. Cuando las poblaciones indígenas se ven privadas de sus tierras, pierden el elemento vital de su existencia y corren riesgo de desaparecer como pueblo". Así hemos visto en numerosas oportunidades marchar por las calles de la ciudad empapelada de propuestas, una gran cantidad de aborígenes que velan por sus derechos. Como dice una poesía “ten presente amigo, que él será el primero en parar las patas cuando alguien se atreva a violar la patria”
La pobreza aborigen en América latina es persistente y severa. La correlación entre pobreza y educación se hace visible en la precarización laboral y su limitada cobertura, las grandes dificultades para la enseñanza y la poca cobertura en cuanto salud. En los últimos años las noticias sobre la muerte de aborígenes azotadas por la desnutrición en el Chaco salteño se mostraron como signo de alerta para una sociedad ciega más preocupada por lo que paso en algún reality show que por lo que realmente requiere nuestra atención.






martes, 19 de agosto de 2008

Feliz Cumplaños Hermana



de regalito para mi coequiper por el día de su natalicio un escrito de M. Elena Walsh: La pena de Muerte

Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos. Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado. Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco. Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial. Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia. Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante. Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre. Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios. Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales. Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente. Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno. Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos. Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común. A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.

domingo, 17 de agosto de 2008

Celebración de la amistad

Porque extrañaba escribir en este espacio, porque extraño los libros que terminé de leer, extraño los amigos que hace mucho no veo, extraño un pueblito difícil de encontrar, su silencio, su gente, también extraño a la otra mitad de este blog (mi coequiper), a quien hace tiempo no veo. Extraño a mis compañeros de viaje, a mis compañeros de estadía, de risas. Extraño a escritores que nunca conocí, a mi perro felipe, a mi hermana que está lejos. Especialmente extraño a un amigo que pronto lo volveré a ver, y en mi abrazo entenderá porque lo extrañé tanto.
Por extrañar me dieron ganas de escribir, y de leer las celebraciones de la amistad, sentimiento que va de la mano con mi nostalgia.

Celebración de la amistad /2 del libro de los abrazos

Juan Gelman me contó que una señora se había batido
a paraguazos, en una avenida de París, contra toda
una brigada de obreros municipales. Los obreros estaban
cazando palomas cuando ella emergió de un increí-
ble Ford a bigotes, un coche de museo, de aquellos que
arrancaban a manivela; y blandiendo su paraguas, se
lanzó al ataque.
A mandobles se abrió paso, y su paraguas justiciero
rompió las redes donde las palomas habían sido atrapadas.
Entonces, mientras las palomas huían en blanco
alboroto, la señora la emprendió a paraguazos contra
los obreros.
Los obreros no atinaron más que a protegerse, como
pudieron, con los brazos, y balbuceaban protestas que
ella no oía: más respeto, señora, haga el favor, estamos
trabajando, son órdenes superiores, señora, por qué no
le pega al alcalde, cálmese señora, qué bicho la picó, se
ha vuelto loca esta mujer.
Cuando a la indignada señora se le cansó el brazo, y
se apoyó en una pared para tomar aliento, los obreros
exigieron una explicación.
Después de un largo silencio, ella dijo:
- Mi hijo murió.
Los obreros dijeron que lo lamentaban mucho, pero
que ellos no tenían la culpa. También dijeron que esa
mañana había mucho que hacer, usted comprenda.
- Mi hijo murió -repitió ella.
Y los obreros: que sí, que sí, pero que ellos se estaban
ganando el pan, que hay millones de palomas sueltas
por todo París, que las jodidas palomas son la ruina de
esta ciudad.
- Cretinos -los fulminó la señora.
Y lejos de los obreros, lejos de todo, dijo:
- Mi hijo murió y se convirtió en paloma.
Los obreros callaron y estuvieron un largo rato pensando.
Y por fin señalando a las palomas que andaban
por los cielos y los tejados y las aceras propusieron:
- Señora: ¿porqué no se lleva a su hijo y nos deja trabajar
en paz?
Ella se enderezó el sombrero negro.
- ¡Ah, no! ¡Eso sí que no!
Miró a través de los obreros, como si fueran de vidrio,
y muy serenamente dijo:
- Yo no sé cuál de las palomas es mi hijo. Y si supiera,
tampoco me lo llevaría. Porque, ¿qué derecho tengo yo a
separarlo de sus amigos?

Eduardo Galeano

sábado, 2 de agosto de 2008

Ante la Ley- Franz Kafka

Un amigo que aconsejo que lo lea. Gustavo. Muy bueno

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.
La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.
El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.
Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.
-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.
FIN