Pero así viajo, contento de ir de viaje, pues para un viaje me basta con mis pierna. Viajo sin equipaje. (SR)
jueves, 30 de julio de 2009
martes, 24 de marzo de 2009
Ni olvido, ni perdón.
Aquel triste 24 de marzo de 1976, Sandra salió de su casa para ir a trabajar, como todos los días. Ella, una persona agradable, con unas formidables ganas de vivir, llena de sueños, de deseos por cambiar el mundo, era la madre de Guadalupe, una nena de 6 meses de vida. Su hombre y compañero de la vida y de la lucha, Pablo, había salido más temprano para cumplir puntualmente su día laboral.
Sandra llegó a casa después de un largo día. Preparó la cena para compartir con su familia y espero impacientemente la llega de Pablo. Pasaron las horas y las agujas del reloj no dejaban de moverse. Cada minuto era una pequeña tortura. Sufría el paso el tiempo sin saber que horas después la tortura y la impotencia sería aún más intolerable.
Llegó la medianoche pero Pablo no volvió a casa. Desesperada, llamó por teléfono al trabajo de Pablo, pero el guardia del diario “El Popular” le dijo que Pablo no había asistido aquel día a su cotidiano trabajo de redactor.
Con todas su fuerzas, conciente de su presagio, abrazo a su hija que no dejaba de llorar, como presintiendo en su inocencia, el final inevitable que ya estaba viviendo su padre en algún lugar clandestino y cruel de la ciudad.
Al día siguiente Sandra, con el corazón destruido, escuchaba el discurso presidencial de un militar déspota, que anunciaba el Estado de Sitio. Sabía muy bien donde estaba su marido, aunque la policía no acepto tomarle la denuncia. Sabía muy bien que el único pecado que había cometido su hombre era sencillamente decir lo que pensaba, lo que sentía, denunciar las arbitrariedades de un “gobierno” que llegaba sin ser llamado para dar inicio a la etapa más oscura de la Argentina.
Esa noche, Sandra sintió como el horror entraba a su casa sin tocar la puerta, de la misma manera que tomaron el país… sin que nadie los llamara. Revolvieron su casa, sus cosas, la golpearon, le taparon los ojos mientras la separaban de su hija que seguía llorando.
A Sandra y a Pablo le quitaron no solo la vida, les quitaron la posibilidad de ver crecer a su hija, les quitaron el sueño de cambiar el mundo, les mataron las ideas. A su hija le quitaron su identidad, su familia, su casa, su barrio, su perro, sus abuelos, sus tíos, sus primos, y le dieron una familia sustituta, una familia de mentiras, de farsantes, de asesinos.
La historia de Sandra, Pablo y su hija es la 30.000 argentinos que desaparecieron de la mano de un gobierno de asesinos que cometieron los delitos más brutales e inhumanos.
Hoy, conmemoramos el “día de la memoria” pero también el día de la impunidad. No solo porque muchos responsables no han sigo juzgados y siguen gozando de libertad, sino porque en tiempos de democracia, Jorge Julio López, de la misma manera que sucedió con 30.000 argentinos hace 33 años, se ausenta de su hogar, por segunda vez, y su familia lo busca con desesperación, también por segunda vez…
No podemos volver el tiempo atrás, pero si podemos darle a través de la Justicia un respiro a todas las personas que les arrebataron injustamente un ser querido. Por eso, para los homicidas responsables ¡Ni olvido, ni perdón! JUSTICIA.
NUNCA MÁS.
Sandra llegó a casa después de un largo día. Preparó la cena para compartir con su familia y espero impacientemente la llega de Pablo. Pasaron las horas y las agujas del reloj no dejaban de moverse. Cada minuto era una pequeña tortura. Sufría el paso el tiempo sin saber que horas después la tortura y la impotencia sería aún más intolerable.
Llegó la medianoche pero Pablo no volvió a casa. Desesperada, llamó por teléfono al trabajo de Pablo, pero el guardia del diario “El Popular” le dijo que Pablo no había asistido aquel día a su cotidiano trabajo de redactor.
Con todas su fuerzas, conciente de su presagio, abrazo a su hija que no dejaba de llorar, como presintiendo en su inocencia, el final inevitable que ya estaba viviendo su padre en algún lugar clandestino y cruel de la ciudad.
Al día siguiente Sandra, con el corazón destruido, escuchaba el discurso presidencial de un militar déspota, que anunciaba el Estado de Sitio. Sabía muy bien donde estaba su marido, aunque la policía no acepto tomarle la denuncia. Sabía muy bien que el único pecado que había cometido su hombre era sencillamente decir lo que pensaba, lo que sentía, denunciar las arbitrariedades de un “gobierno” que llegaba sin ser llamado para dar inicio a la etapa más oscura de la Argentina.
Esa noche, Sandra sintió como el horror entraba a su casa sin tocar la puerta, de la misma manera que tomaron el país… sin que nadie los llamara. Revolvieron su casa, sus cosas, la golpearon, le taparon los ojos mientras la separaban de su hija que seguía llorando.
A Sandra y a Pablo le quitaron no solo la vida, les quitaron la posibilidad de ver crecer a su hija, les quitaron el sueño de cambiar el mundo, les mataron las ideas. A su hija le quitaron su identidad, su familia, su casa, su barrio, su perro, sus abuelos, sus tíos, sus primos, y le dieron una familia sustituta, una familia de mentiras, de farsantes, de asesinos.
La historia de Sandra, Pablo y su hija es la 30.000 argentinos que desaparecieron de la mano de un gobierno de asesinos que cometieron los delitos más brutales e inhumanos.
Hoy, conmemoramos el “día de la memoria” pero también el día de la impunidad. No solo porque muchos responsables no han sigo juzgados y siguen gozando de libertad, sino porque en tiempos de democracia, Jorge Julio López, de la misma manera que sucedió con 30.000 argentinos hace 33 años, se ausenta de su hogar, por segunda vez, y su familia lo busca con desesperación, también por segunda vez…
No podemos volver el tiempo atrás, pero si podemos darle a través de la Justicia un respiro a todas las personas que les arrebataron injustamente un ser querido. Por eso, para los homicidas responsables ¡Ni olvido, ni perdón! JUSTICIA.
NUNCA MÁS.
miércoles, 18 de febrero de 2009
Suelo
Gracias a mi coequiper recordé que por algún lado tenía este escrito u aunque ella sabe que no fue la dueña de mi inspiración de algún modo se lo dedico. Por hacerme acordar de cosas, y por apoyarme en lo que entonces me llevó a escribir esto...
Suelo
Das por perdidos infinidad de trastos viejos, acomodados en mi pecho, entre mis bustos, escondidos, licuándose, mezclándose, convirtiéndose, convirtiéndome.
Das por perdido el tacto de mi mano, el filo de mis cuchillas, el olor de lo inerte. Me ves sin mirarme, me ves despacio, de arriba abajo, a lo ancho, mientras me tocas, me olfateas, me tapas los ojos.
Me das por perdida, porque yo te di por perdido antes, y todavía no hay idioma sin la palabra soledad.
Y ya perdí mis ojos, perdí mis manos, perdí mis sueños, mis ideales, no puedo mantenerme en pie ni caminar, no puedo leer, no llego a escuchar bien los gritos, mis gritos, mis gritos mudos, no puedo gritar.Y trato de decírtelo más fuerte, que dejes de perderme, pero el ruido sólo mueve mis trastos, hasta que me doy por vencida, un poco por perdida, y vuelvo de nuevo a esperar, a escaparme. Que el tiempo se encargue de mi, que las horas me golpeen, que los minutos me trastornen, que los segundos me blasfemen y que tu indiferencia sólo deje la imagen de lo que fui en mi lecho.
Das por perdido el tacto de mi mano, el filo de mis cuchillas, el olor de lo inerte. Me ves sin mirarme, me ves despacio, de arriba abajo, a lo ancho, mientras me tocas, me olfateas, me tapas los ojos.
Me das por perdida, porque yo te di por perdido antes, y todavía no hay idioma sin la palabra soledad.
Y ya perdí mis ojos, perdí mis manos, perdí mis sueños, mis ideales, no puedo mantenerme en pie ni caminar, no puedo leer, no llego a escuchar bien los gritos, mis gritos, mis gritos mudos, no puedo gritar.Y trato de decírtelo más fuerte, que dejes de perderme, pero el ruido sólo mueve mis trastos, hasta que me doy por vencida, un poco por perdida, y vuelvo de nuevo a esperar, a escaparme. Que el tiempo se encargue de mi, que las horas me golpeen, que los minutos me trastornen, que los segundos me blasfemen y que tu indiferencia sólo deje la imagen de lo que fui en mi lecho.
Agustina
sábado, 31 de enero de 2009
Mi lumía
Para revivir el blog, este poema de Girondo, para mi amiñaña...
Mi Lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía.
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía.
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