viernes, 14 de diciembre de 2007

La Hora Sin Sombra

Como diría Galeano al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. Pero ¿qué somos?. Nosotros somos nuestros ideales, nuestros pensamientos y nuestras acciones para defenderlos, somos el grito que podemos dar cuando algo nos irrumpe, pero tambien somos el cruel silencio que cargamos como cruz. Osvaldo Soriano nos diría que los ideales son la única forma de saber que estamos vivos, y esto es lo que somos.
Precisamente "La hora sin sombra" de Soriano es , si se me permite ser subjetiva, una obra que despierta los mas ocultos amores y los mas evidentes desengaños. A continuación les dejo un pequeño fragmento de este libro, el momento en que Ernesto habla sobre Laura. No es necesario decir que omiti el final de esta historia de amor porque se convierte en una historia de desengaño, al fin y al cabo historias de desengaño hay miles, e historias hermosas de amor... tambien.

"Ernesto para describirla usaba la imagen idealizada de una mujer dueña de sí misma, que se enfrentó a su época con la convicción de que nada le estaba vedado si en verdad lo deseaba. No le importaba luchar sola y tropezar mil veces, porque estaba segura de que podía levantarse y arremeter de nuevo contra la hipocresía del mundo, sobre todo en los tiempos en que Evita imponía el modelo de entrega a un hombre y una causa.
El día que conoció a Laura por accidente, Ernesto se propuso el desafío de conseguir al menos que esa noche se fuera a dormir sin que su amante la tocara. Tal vez porque ya empezaba a sentirla suya.
El creyó oportuno contar una historia sobre las estrellas del cielo. Esa elipsis era la manera más adecuada de lisonjearla. La historia decía que algunas estrellas eran como pequeños fantasmas colgados del cielo, espectros de planetas ya extinguidos y la luz que vemos es apenas el recuerdo de su apogeo
En la mirada de Laura ya había una invitación a la aventura."

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