domingo, 30 de diciembre de 2007

SONETO DEL VINO

Alguna vez pensé que era compañía, pero con la agreste soledad de mi alma, carcomida y medio deshecha, noté que la dulzura del vino se convierte en la aspereza de mi garganta, en el burdo llanto, en el instante de la carcajada y en la grandeza de la soledad.
Con ustedes... SONETO DEL VINO de Jorge Luis Borges

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?
Con otoños de oro la inventaron.
El vino fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.
En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto.
Otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.

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