RESACA
Sin dudar, y eso que no hay nada más seductor que la duda, puedo decir que hoy me he despertado con la resaca de mi amor imposible.
Siento un insoportable dolor de cabeza, y lo más probable es que sea porque ayer te buscaba en mis sueños, te busqué antes de acostarme: te leí, te sentí, te abracé, aunque, por supuesto, no estabas conmigo.
También siento un esperable dolor en mi vientre, como si mis sentimientos se mezclarán y cocinarán ahí, que me impide comer. Esto lo podría adjudicar de manera acertada a tus palabras, que están en mi mente y recorren todo mi ser, y ni hablar de tus mentiras. ¡Cómo me llenan el alma esas pícaras mentiras que me encantaría creer!
La memoria y la experiencia me traen las palabras que toda persona con el malestar de la resaca se atreve a decir: “Nunca más vuelvo a tomar tanto”, pero lo cierto es que hoy a la noche, en el bar de mi soledad voy a beber tus tragos, voy a fumar tus besos, y voy a tener que pagar el precio de mi próxima resaca. Lo más seguro es que me endeude de sufrimientos, pero por favor, no me dejes empeñar mis sueños para poder seguir embriagándome de vos, que los sueños sean los que me vistan, lo último que me quede, y que sean hasta lo que soy.
Entre tantas absurdas vueltas ya me empastillé de resignación, que es lo que va a permitir seguir pensándote, bebiéndote. Y nuevamente estoy caminando hacia el lúgubre bar, y como siempre voy a ser el primero en entrar y el último en irme, y como cada mañana te sentiré en mi resaca.
Nota: quién escribe no ingirió ni una sola gota de alcohol, y cada noche permaneció sobrio.
Siento un insoportable dolor de cabeza, y lo más probable es que sea porque ayer te buscaba en mis sueños, te busqué antes de acostarme: te leí, te sentí, te abracé, aunque, por supuesto, no estabas conmigo.
También siento un esperable dolor en mi vientre, como si mis sentimientos se mezclarán y cocinarán ahí, que me impide comer. Esto lo podría adjudicar de manera acertada a tus palabras, que están en mi mente y recorren todo mi ser, y ni hablar de tus mentiras. ¡Cómo me llenan el alma esas pícaras mentiras que me encantaría creer!
La memoria y la experiencia me traen las palabras que toda persona con el malestar de la resaca se atreve a decir: “Nunca más vuelvo a tomar tanto”, pero lo cierto es que hoy a la noche, en el bar de mi soledad voy a beber tus tragos, voy a fumar tus besos, y voy a tener que pagar el precio de mi próxima resaca. Lo más seguro es que me endeude de sufrimientos, pero por favor, no me dejes empeñar mis sueños para poder seguir embriagándome de vos, que los sueños sean los que me vistan, lo último que me quede, y que sean hasta lo que soy.
Entre tantas absurdas vueltas ya me empastillé de resignación, que es lo que va a permitir seguir pensándote, bebiéndote. Y nuevamente estoy caminando hacia el lúgubre bar, y como siempre voy a ser el primero en entrar y el último en irme, y como cada mañana te sentiré en mi resaca.
Nota: quién escribe no ingirió ni una sola gota de alcohol, y cada noche permaneció sobrio.
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